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Tengo tendinitis, ¿Qué hago?

Para ponernos en contexto, comenzaremos por definir de la forma más sencilla posible los tipos de afectaciones que puede sufrir un tendón, para luego hacer una pequeña reseña a las zonas corporales que suelen verse más afectadas, junto a una serie de consideraciones para su manejo.

Técnicamente hablando, el tendón puede sufrir dos tipos de daños estructurales:

  • Degeneración: lo cual se debería de definir como tendinosis
  • Inflamación: las famosas tendinitis

Como ambas coexisten en la gran mayoría de estas afectaciones, se ha acordado definirlas como tendinopatías y su clasificación, atendiendo a criterios mucho más importantes y funcionales se puede observar en la siguiente imagen, expuesta por el referente mundial en el estudio del tendón - Jill Cook y sus colaboradores.


En ella, apreciamos tanto las distintas fases y cambios por los que puede pasar esta estructura, dejando entrever además los puntos fundamentales para su prevención o tratamiento.

Factores Predisponentes a la lesión

El principal motivo de las lesiones tendinosas sería el exceso de carga en tendones que no están preparados para absorverla. Aquí podríamos englobar tanto al deportista de élite, que le aplica unas cargas altísimas, como al carpintero que aumenta su actividad o a la persona que sale a hacer senderismo sin tener a la musculatura preparada para afrontar las tensiones a las que va a estar sometida.

Por otro lado, los factores individuales también tienen una implicación muy importante en estos problemas. Los más relevantes serían, además del hecho de haber sufrido lesiones previas; el sedentarismo, sobrepeso, consumo de alcohol, tabaquismo o la edad (la mayor incidencia en la población general) aparece entre los 40 y los 60 años.

Factores protectores

Como no podía ser de otra forma, la mejor forma de prevenir su aparición y también para recuperarse (siempre y cuando el proceso todavía se encuentre en una fase reversible) será la aplicación de una carga óptima mediante ejercicio, pues este actuará de las siguientes formas:

  • Aumento del colágeno
  • Alineación de nuevas fibras
  • Fortalecimiento y aumento de la capacidad para elongarse
  • Disminución de la neovascularización (nuevos vasos sanguíneos asociados a terminaciones nerviosas dolorosas en la zona perilesional), atenuando la sensación dolorosa que genera.

En cuanto al tratamiento, aportaré el siguiente cuadro resumen basado en lo que se ha demostrado a día de hoy de forma científica:

TERAPIA ANALGESIA MEJORÍA ESTRUCTURAL
Ejercicio activo    
Terapia manual*    
Ondas de choque    
Hipertermia    
Láser   ¿?
Fisioterapia invasiva (EPI…) ¿? ¿?
Estiramientos ¿? ¿?
Ultrasonidos ¿? ¿?

 

*La terapia manual estaría basada en la descarga de la musculatura y puntos gatillo, no en el tratamiento local del tendón con métodos como el Ciriax, cuya eficacia está muy en entredicho, pudiendo ser incluso perjudicial (al igual que alguna de las terapias que he dejado en interrogante en la tabla).

Es importante tener en cuenta que, tanto las ondas de choque, como la diatermia o la terapia manual deberán de ir acompañadas de trabajo activo, pues el ejercicio multiplicará sus efectos positivos.

Fases de las tendinopatías

Como podemos observar en la imagen de Jill Cook, cuando aparecen las tendinopatías, estas pueden atravesar por diversas fases, las cuales no tienen por qué darse de forma lineal:

  • Tendinopatía reactiva: suele cursar con dolor agudo cuando realizamos alguna actividad en particular. Se suele caracterizar por rigidez y dolor a la palpación.
  • Deterioro del tendón: aparecen alteraciones a nivel estructural, suele aparecer cuando no se trata o se hace de forma incorrecta la fase reactiva. Todavía es reversible
  • Fase degenerativa: lesión estructural irreversible, con riesgo de rotura.

Tendinopatías más frecuentes

  • Manguito de los rotadores del hombro: la más común, aunque en muchas ocasiones mal diagnosticada sería la del supraespinoso.
  • Rotuliana: muy habitual en deportistas que realizan saltos repetitivos o en personas que suelen caminar o correr por terrenos irregulares o en pendiente.
  • Aquílea: frecuente en individuos que impactan de forma continua en terreno duro, con calzados inadecuados (aumento de incidencia en meses de verano) o con alteraciones estructurales en el complejo tobillo-pie.
  • Codo: las conocidas epitrocleitis o codo de golfista (tendinopatía medial del codo) y la epicondilitis o codo de tenista (tendinopatía lateral del codo). Suelen aparecer por sobreuso de la musculatura del antebrazo – trabajos manuales y actividades como el padel o las dos que dan nombre a la lesión.
  • Glútea: aparece mucho en personas que pasan mucho tiempo de pie, corredores que no trabajan la fuerza de su musculatura estabilizadora y en practicantes de actividades con mucho tiempo de apoyo sobre una sola pierna (yoga, danza…). Muchas veces se confunde al diagnosticarla, si no se hace una buena valoración, con trocanteritis o incluso ciática y puede provocar una mala evolución en la recuperación.

 

¿Qué hacer en caso de tendinopatía?

Como en cualquier tratamiento, no existe un método exacto que valga para todo el mundo, por lo que en caso de que provoque sintomatología deberá estar guiado por tu fisioterapeuta y/o tu traumatólogo. Teniendo esto en cuenta, podemos dar una serie de pautas genéricas a seguir en caso de afectación tendinosa:

  • En primeras fases o en momentos muy agudos o limitantes podremos utilizar la imaginación del gesto/movimiento e incluso realizarlo con el miembro del lado contrario (esto parece una locura, pero está demostrado mediante electromiografía y sin ningún género de duda que se produce una activación de las fibras implicadas en el lado afectado).
  • No hacer estiramientos cuando existe dolor
  • Comenzar con ejercicios de tensión estática (isométricos) o en desgravitación (en el agua por ejemplo) e ir evolucionando hacia concéntricos/excéntricos -muy importantes estos últimos- para acabar, si la evolución es buena, con pliometría (movimientos explosivos y saltos)
  • Es fundamental monitorizar el dolor: durante la actividad puede existir una cierta molestia (máximo 3/4 sobre 10), pero es muy importante que en las 48-72 horas posteriores no exista un aumento de la sintomatología. Este tiempo se debe a que es lo que tarda el metabolismo del tendón en adaptarse a un estímulo. Por lo tanto, daremos por lo menos un par de días de descanso a la hora de volver a hacer trabajo específico y, eso sí, en caso de que todo esté ok elevaremos poco a poco la carga.
  • Antes de optar por la cirugía, la recomendación es agotar la vía conservadora, dando al menos el margen de 6 semanas de trabajo activo para sacar conclusiones antes de operar.

Bibliografía

Cardoso TB, Pizzari T, Kinsella R, Hope D, Cook JL. Current trends in tendinopathy management. Best Pract Res Clin Rheumatol. 2019 Feb;33(1):122-140. doi: 10.1016/j.berh.2019.02.001. Epub 2019 Mar 8. PMID: 31431267.

Lipman K, Wang C, Ting K, Soo C, Zheng Z. Tendinopathy: injury, repair, and current exploration. Drug Des Devel Ther. 2018 Mar 20;12:591-603. doi: 10.2147/DDDT.S154660. PMID: 29593382; PMCID: PMC5865563.

Windt J. Jill Cook: #TrueGold@ProfJillCook. Br J Sports Med. 2016

Dec;50(24):1552-1553. doi: 10.1136/bjsports-2016-096614. Epub 2016 Oct 28. PMID: 27793812

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