El hombro congelado es una patología que se caracteriza por provocar dolor y, sobretodo, una gran limitación en la movilidad de esta articulación. Su causa, aunque en ocasiones no es posible definirla con exactitud, puede estar asociada a:
Alteraciones previas en el propio hombro o en la columna cervical (calcificaciones, tendinopatías, bursitis…)
Enfermedades sistémicas como la Diabetes Mellitus, el hipertiroidismo o ACVs (accidentes cerebrovasculares)
Inmovilizaciones prolongadas: sin duda, la más frecuente de todas. Muy común tras lesiones traumáticas en el miembro superior o cirugías que provocan un reposo total, en muchas ocasiones exagerado. Por suerte, hoy en día cada vez se tiende más a evitar estos efectos secundarios pautando una intervención activa temprana.
Su incidencia en la población está entre el 3 y el 5%, aunque se trata de una patología infradiagnosticada. Aparece frecuentemente entre los mayores de 40 años, con clara predominancia entre las mujeres (aproximadamente el 70% de los casos).
¿Cómo sé si tengo un hombro congelado?
El criterio más característico es la restricción de ambas movilidades, la activa y la pasiva, fundamentalmente hacia la elevación del hombro y hacia las rotaciones (fundamentalmente la externa).
Por lo general, en el resto de alteraciones de esta articulación – exceptuando los casos en los que haya un problema traumático o una cirugía actual, en los que ya no dudaríamos de cuál es la causa – la limitación suele aparecer al realizar movimientos activos o al generar fuerza.
Si a esto le sumamos la existencia de alguno de los factores desencadenantes arriba mencionados, podríamos tener ya una hipótesis bastante certera sin necesidad de pruebas de imagen, que sólo nos aportarían el descartar otros posibles daños estructurales.
Fases o etapas
Etapa de congelación (dolorosa): dura alrededor de 2 a 9 meses. El dolor comienza gradualmente, se caracteriza por ser difuso y bastante desagradable y suele aumentar por las noches, dificultando el sueño.
Etapa congelada (adhesiva): el dolor comienza a disminuir progresivamente (sin llegar a desaparecer), pero la movilidad se va viendo cada vez más afectada. Su duración puede ir desde los 4 a los 12 meses.
Etapa de descongelación o resolución: el paciente experimenta un retorno gradual del rango de movimiento y ya no refiere dolor. Esta última fase puede extenderse desde los 5 a los 30 meses, por lo que su manejo y la intervención terapéutica será fundamental.
Pronóstico
Como se puede observar en el punto anterior, el tiempo de recuperación es muy variable y dependerá de múltiples factores (intrínsecos y extrínsecos al individuo), por lo que será muy importante afrontar el problema de forma activa y con paciencia, pues los resultados se consiguen muy poco a poco. Es importante que el paciente tenga presente que existen posibilidades de no volver a recuperar los rangos de movimiento completos, pero con un buen programa de trabajo y con constancia se conseguirá que el hombro vuelva a ser funcional.
Tratamiento
Durante la fase dolorosa se podrán utilizar tratamientos analgésicos, antiinflamatorios o infiltraciones de corticoides, que contribuirán a aliviar los síntomas y que además podrán facilitar algunas maniobras fisioterápicas.
En cuanto a la recuperación de la movilidad, que será el objetivo fundamental de la terapia, la estrategia debe de estar orientada al estiramiento de la cápsula articular y al fortalecimiento de la musculatura accesoria.
Existe una técnica de manipulación bajo anestesia que pueden conseguir un gran cambio en la cápsula, pero el riesgo de lesión tendinosa o incluso de fracturar el húmero es relativamente alto, por lo que no está del todo recomendado.
Por lo tanto, lo óptimo será combinar el trabajo de movilizaciones pasivas por parte del fisioterapeuta con ejercicios que podrá realizar el sujeto en su casa. A continuación, dejaré una propuesta de ejercicios simples que se podrían realizar en cada fase, aunque lo óptimo siempre será que cada caso sea valorado y pautado de forma individualizada.
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BIBLIOGRAFÍA
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